Desde siempre conocía el mandato de Jesús de ir, pero, no fue, hasta que un día, llegó una invitación un Seminario de Misiones, y supe que tenía que ir. Dios me estaba invitando y fui. Entonces, si, no solo conocí aquel mandato, si no que tomé conciencia y decidí ir. Entendí que podía “ir”, de diversas maneras y que Dios me llamaba a ser voz que recuerda a todos esa comisión, ese ser parte de su misión de anunciar la buena nueva del reino.